Kye Colton, la ficción dentro de la ficción.



Foto que parece superandom, pero que no lo es porque aquí tuve una epifanía muy maravillosa.  



Hace más de un año y medio que Kye Colton llegó a mi vida. Kye, mi protagonista de proyecto Q, mi chico traumatizado, mi escritor de novelas de terror. Kye, que lo único que quiere es vivir tranquilo, recluido en el hotel temático que está montando en un pueblecito de British Columbia y escribir, escribir, escribir… 
Spoiler: no le van a dejar. Pero así que es cómo empieza su historia, con él paseando de noche, con su música, su tranquilidad artificial y sus reflexiones:

«Kye Colton caminaba por las calles de Black Pines, desiertas a esas horas de la noche, disfrutando de cada paso, charco y badén. Aunque puede que «disfrutar» no fuera la palabra adecuada, quizá era excesiva para algo tan sencillo como ir del punto A al punto B, siendo «A» la vieja casona que estaba rehabilitando para convertirla en El hotel del terror (como lo llamaba su hermana Eli), y «B» la casa de sus padres. Calma, puede que ese fuera el término apropiado para lo que sentía en esos momentos. Una sensación que meses atrás no se hubiera planteado que fuera posible. Y el olor a invierno, a lluvia, a bosque y a aire puro no hacían si no aumentar ese sosiego; igual que el gris oscuro casi negro del asfalto y la luz de las farolas de la calle principal que ahora se reflejaba en los charcos que parecían pintados de forma permanente en el suelo; también la música que, a todo volumen, invadía sus oídos (Nessum Dorma, de Puccini) y que hacía que todo lo que lo rodeaba se desdibujara y adquiriera un aire misterioso y nostálgico, tétrico incluso, como algo recién salido del Twin Peaks de David Lynch. Su padre, North Colton, siempre había dicho que ese era el don de Kye: la capacidad de convertir las cosas mundanas en historias extraordinarias. Kye, sin embargo, no lo veía así. Llevaba escribiendo historias de terror desde los once años y siempre había concebido ese supuesto don como una simple vía de escape. Y ahora lo era más que nunca. Crear historias era su escudo contra una realidad a la que a veces temía enfrentarse; una especie de armadura que había aprendido a llevar sin que le pesara demasiado, como una segunda piel en la que se sentía relativamente cómodo y que aún no estaba preparado para quitarse». 


No tenía pensado que esta entrada fuera sobre Kye. O no solo sobre él. Me ha salido solo y hasta he tenido que cambiar el título. Es pronto para presentar a un personaje que aún no está acabado; no sé cuándo lo estará ni si, llegado el momento, querré publicar su historia. Ahora mismo está siendo una experiencia preciosa y eso es lo único que me importa. Porque he decidido seguir escribiendo para mí, siéndole fiel a ellos sin tiempos, sin plazos, sin expectativas. 
Yo lo que venía a decir es que, unos capítulos después de ese inicio, conocemos al hermano pequeño de Kye y hablan de un cuento que mi prota escribió con catorce años: La bruja roja al final del túnel.  Porque, ¿qué pasa cuando una cabeza dispersa y caótica como la mía descubre que no va a poder pasar pagina (literalmente) hasta que no cierre lo que le obsesiona? Pues pasa que tuve que ponerme a escribir a la bruja; tuve que aventurarme en un género que me apasiona como lectora, pero con el que nunca me había atrevido como escritora y…, bueno, pues salió lo que salió: un esbozo, una intro, 3723 palabras, siete páginas en word, veintiuna en pdf… que sientan la base de un universo por descubrir, pero que, a la vez —como cuento y como relato— tiene vida y esencia propias. Y un tono determinado. El del Kye adolescente que quiso sangrar sus preocupaciones dando vida a una vengadora muy guapa, muy poderosa muy rubia y muy bisexual que lidiara con sus preocupaciones de la forma en la que él no podía hacerlo. Y, sí, que sea rubia y bisexual me parece de suma importancia, vayan ustedes a saber por qué. 
Pero es que, además, también es mi tono, el que uso cuando trato de imitarlo; de imitar la imagen que tengo de él. Lo sé, suena caótico y complicado.

Y, como siempre, me he liado y me he pasado de frenada divagando hasta el infinito; qué puta pesada soy. Que yo solo quería deciros que no sé qué voy a hacer con el cuento. Puede que lo suba al blog o que se lo envíe a quien me lo pida como hasta ahora. Quizá espere a tener más relatos dentro del universo y haga alguna cosa… «¿Qué cosa?», os preguntaréis. Pues no lo sé, todo son dudas. Pero es que hoy lo he vuelto a leer y me ha apetecido venir. Eso es todo. 

Os iré contando, un besazo
Vir

Comentarios

  1. Solo te puedo decir una cosa, que ese mundo que tienes dentro dando vueltas y vuestras tiene que salir. Yo Proyecto Q lo veo tan claro que, aunque entiendo tus dudas como escritora, no tengo dudas de que va salir algo muy bueno. En ello tendrás mi apoyo, y el de muchos más.

    ResponderEliminar
  2. Me uno a lo dicho por Noe. Tienes tanto dentro que solo has de dejarlo salir. Yo estoy deseando leerlo.

    ResponderEliminar
  3. O sea, que tienes una historia que de tu autoría y te estas pensando si lo publicas o no. Sabes que ese libro lo querré leer SI O SI, ¿verdad?

    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estaré encantadísima de que lo leas, también lo sabes, ¿verdad?

      Eliminar
  4. Deseando leerlo. Si tus traducciones enamoran no quiero ni saber como me enganchará tu voz

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Traduciendo a autores que te gustan: el placer de trabajar con K.A Merikan.

Todas mis traducciones con enlaces de compra a Amazon España (actualizaciones periódicas)

Traduciendo los títulos de Con amor, Austen (O: traduciendo títulos, en general)