Shakespeare, Neruda y los berenjenales en los que me mete mi querida Anyta Sunday
( Advertencia : entrada solo para gente con curiosidad traductoril, sed de saber cómo se adaptan algunos textos, o gente con mucho tiempo que perder, porque es lo que vais a hacer con el tremendo rollo que vengo a contar. Mi espacio, mis reglas; que solo se aventuren los valientes. Advertidos quedáis ). El otro día le dije a mi marido: «Te tengo que contar una curiosidad muy guay sobre los sonetos de Shakespeare y los versos alejandrinos de Neruda ». Él, siempre paciente y dispuesto a escuchar mis mierdas, arqueó una ceja, dijo un «a ver» no muy entusiasmado y procedió a escuchar mi minidiscurso. Cuando acabé —ya levantándose del sofá y saliendo de forma disimulada del salón, no fuera a ser que aún me quedaran cosas por decir al respecto—, me soltó un «¿en qué universo eso es muy guay ?» y salió huyendo cual marido de traductora coñazo. Yo, después de escupir el café por la nariz, me dije: «Oye, pues lo escribo en el blog, que para eso está y seguro que hay alguien a quien le interes